sábado, 5 de diciembre de 2009

LA ÚLTIMA DE HOY

Mi mano desnuda, desnuda de cualquier sentimiento maligno o pensamiento mórbido, solo queriendo tocar tus dedos, la comisura de tus labios, esperando que puedas sentir que te quiero y que llegues a amarme.
Pero ahora, veo la misma mano bajo la luz de los reflectores de la calle, mojada por la lluvia que arrecia sobre mí mientras camino solo, cada gota que caía sobre mi palma me hacía recordar las lágrimas que derrame por cada mujer que quise y ahora debo olvidar, porque ahora tu cabello será mi sol en mi media noche; tus ojos mi cielo, cielo celeste, encima de las nubes; tu voz, la brisa en mi vacío corazón.
Tu ausencia ha llevado mi vida a un nivel en que si ahora lloro también rió; puedo estar cansado y estallar en un derroche de energía, caminar y caminar sin parar, viendo a mis espaldas de vez en cuando, atravesar la ciudad con la única compañera que me hablará y no se me separará, mi mente, que no para de recordarlas.

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